domingo, 7 de mayo de 2017

Sesiones de clase, un mal innecesario

«Puedo brindarles una linda ilusión con las apariencias de la verdad... o una verdad con las gratas apariencias de la ilusión» Tennessee Williams
Luis Guerrero Ortiz / EDUCACCION
Solo tenía 10 minutos para iniciar la clase y ya habían corrido 7. Marta se apura. Ha seguido todos los pasos indicados en la fotocopia de la sesión de aprendizaje que eligió para hoy: dialogó con sus niños sobre las cajas de materiales, les preguntó cómo organizarlas mejor, les dijo que la clase era justamente para eso y ahora tocaba acordar dos normas a observarse durante la sesión. Como solo le quedaba un minuto, ella no más las propuso y listo. Concluida la primera parte.
Ahora tenía 70 minutos para la segunda. ¿Qué había que hacer? Ah sí, aquí dice que los niños deben abrir las páginas 12 y 13 de su libro de comunicación. Hay que leer la imagen que está ahí. Les pregunta luego qué han observado. Anota sus respuestas en la pizarra. Ahora tocaba pasar a grupos. Felizmente en el libro están las indicaciones de lo que deben hacer. Copien después el mapita de araña en su cuaderno, les dice. Luego que lo han hecho les pregunta qué se necesita en el aula. Sus alumnos le responden, pero Marta ya está pensando en lo que sigue, que es hacer un museo de materiales con todos los que hay en el salón de clases. Una vez que el museo está hecho, les pregunta cómo podríamos organizarlos mejor y qué cartelitos se podrían hacer. Los niños responden, ella anota en un papelote, tal como se indica en la sesión. Para que apuren sus respuestas, Marta les da varios ejemplos. Los niños copian.

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